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Crean nanoesferas para llevar fármacos al cerebro

Crean nanoesferas para llevar fármacos al cerebro

Desde hace tres años, Gerardo Leyva Gómez y sus colaboradores de la Facultad de Química desarrollan unas diminutas esferas (de cien a 200 nanómetros de diámetro) que navegarán por el

  • Publishedenero 19, 2018

Ciudad de México a 19 de Enero (JUAN R. HERNÁNDEZ / ESFERA EMPRESARIAL/ CÍRCULO DIGITAL).-Desde hace tres años, Gerardo Leyva Gómez y sus colaboradores de la Facultad de Química desarrollan unas diminutas esferas (de cien a 200 nanómetros de diámetro) que navegarán por el torrente sanguíneo hasta el cerebro para combatir padecimientos neurológicos como la enfermedad de Alzheimer, el mal de Parkinson, la epilepsia y la ataxia espinocerebelosa tipo 7 (cuya incidencia ha aumentado en la región central del estado de Veracruz), entre otros.

“Estas nanoesferas son extremadamente sofisticadas. En su interior contienen un fármaco o una herramienta genética; y en su superficie, una especie de radar o antena (integrado por polímeros, proteínas y péptidos, o una combinación de todos ellos) que, como a un misil, las llevará a su sitio de acción. Este proceso se llama vectorización”, apuntó el investigador.

Lo que hacen en su laboratorio, explicó Leyva Gómez, es modificar, con la adición de polímeros, la superficie de las nanopartículas que conforman esas nanoesferas; así, estas últimas podrán circular por el torrente sanguíneo, atravesar la barrera hematoencefálica (cubierta celular que impide el paso de sustancias extrañas al cerebro) e identificar el sitio de acción, que serán neuronas específicas. Este trabajo de investigación se realiza en colaboración con Jonathan J. Magaña Aguirre, del Laboratorio de Medicina Genómica del Instituto Nacional de Rehabilitación Luis Guillermo Ibarra Ibarra (INR LGII).

Implicaciones

“Dirigir un fármaco a un sitio específico se persigue desde hace 200 años; sin embargo, esta meta todavía no se cumple al cien por ciento. En 1800, el médico alemán Paul Ehrlich sostenía que los medicamentos deberían ser como balas mágicas: llegar directamente a donde se requieren”, recordó.

En el caso de las nanoesferas, aunque la mayoría de estos vehículos están en etapa de evaluación celular, ya se han obtenido resultados satisfactorios. En modelos animales (ratas y ratones) se ha logrado, para el caso de la epilepsia, el mismo efecto con una menor dosis de fármaco que la habitual. “La nanoesfera para la epilepsia mide unos 200 nanómetros de diámetro. Está construida con un lípido y transporta una benzodiacepina, un fármaco muy potente que puede generar dependencia y que se administra también contra la ansiedad”, dijo el universitario.

Actualmente se analiza su posible desarrollo industrial. Se ha observado que con la mitad de la dosis habitual mejora la acción del medicamento, lo hace más eficiente, pues contrarresta los ataques convulsivos, disminuye los efectos adversos y retrasa el proceso de dependencia. Esto, para Leyva Gómez, tiene implicaciones no sólo biológicas sino también económicas.

Ataxia espinocerebelosa tipo 7

Llevar una herramienta genética al cerebro puede ser un camino más largo para curar una patología neurológica causada por una mutación, como la ataxia espinocerebelosa tipo 7, que transportar un fármaco para tratar la enfermedad de Alzheimer, el mal de Parkinson o la epilepsia.

“Lo que sucede cuando una sustancia extraña entra en las neuronas, es atacada por enzimas. Para librar ese ataque se necesita un vehículo que lo resista, se dirija a las neuronas y deposite en su núcleo una herramienta genética que contrarreste la mutación”, explicó el experto.

Y estas nanoesferas podrían ser el vehículo ideal para tratar condiciones emergentes como las que representa la ataxia espinocerebelosa tipo 7, de la cual el grupo de Magaña Aguirre ha sido pionero en su estudio en nuestro país.

“Este tipo de ataxia se caracteriza por la incoordinación de las extremidades y la afectación de la visión, audición y olfato. Se presenta, además, neurodegeneración, esto es, muerte celular de neuronas y pérdida de capacidades a nivel cognitivo y muscular. Por lo tanto, hay una reducción importante de la esperanza de vida de quienes la sufren”, afirmó el académico.

Papel de la migración en esta enfermedad

Se sabe que este padecimiento sería producto de una mutación originada por fenómenos de desplazamiento de la población. “Ocurre que las continuas migraciones del siglo XIX, tanto de la región sur de los Pirineos franceses como de la región norte de España, podrían ser la causa de su presencia localizada en el sureste mexicano, de acuerdo con los hallazgos genéticos identificados por el equipo de Magaña Aguirre”, informó Leyva Gómez.

Este padecimiento se ha exacerbado en la comunidad de Tlaltetela, Veracruz, donde un sector muy amplio de la población ya lo padece. Desafortunadamente, su presencia se ha incrementado también en los niños, los cuales muestran una sintomatología aun más severa.

“Representa un foco de emergencia porque, además, no tiene cura medicamentosa y la esperanza de vida de quienes la padecen es sumamente corta. Por si fuera poco, no hay registro gubernamental de ella”, indicó.

Todavía no se descubren totalmente los mecanismos celulares que ocasionan este mal. De ahí que en el Laboratorio de Medicina Genómica del Instituto Nacional de Rehabilitación Luis Guillermo Ibarra Ibarra se analiza su parte biológica, mientras que en la Facultad de Química de la Universidad Nacional se trabaja en la parte tecnológica para combatirla.

“En tanto se obtiene mayor información de esta mutación, nosotros vemos en qué medida podemos intervenir. El asunto es que resulta imprescindible tener propuestas tecnológicas que nos ayuden a hacerlo”, finalizó el científico.

RESULTADOS SATISFACTORIOS

Dirigir un fármaco a un sitio específico se persigue desde hace 200 años; sin embargo, esta meta todavía no se cumple al cien por ciento. En el caso de las nanoesferas, aunque la mayoría de estos vehículos están en etapa de evaluación celular, ya se han obtenido resultados satisfactorios. En modelos animales (ratas y ratones) se ha logrado, para el caso de la epilepsia, el mismo efecto con una menor dosis de medicamento que la habitual.