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-Aporofobia, la palabra denigrante

-Aporofobia, la palabra denigrante

Por la Espiral CLAUDIA LUNA PALENCIA             No  es lo mismo decir que uno experimenta vértigo a las alturas (acrofobia) o miedo a volar (aerofobia) o incluso pavor a la

  • Publishedenero 3, 2018

Por la Espiral

CLAUDIA LUNA PALENCIA

            No  es lo mismo decir que uno experimenta vértigo a las alturas (acrofobia) o miedo a volar (aerofobia) o incluso pavor a la oscuridad (nictofobia) que un significativo temor y rechazo al pobre o a la pobreza en general.

            La aporofobia es la nueva palabra de 2017 avalada por la Fundación del Español Urgente reconocida por su interés lingüístico usada en artículos o varios textos de forma recurrente.

            En explicación de la Fundación: “La voz aporofobia ha sido acuñada por la filósofa española Adela Cortina en varios artículos de prensa en los que llama la atención sobre el hecho de que solemos llamar xenofobia o racismo al rechazo a inmigrantes o refugiados, cuando en realidad esa aversión no se produce por  su condición de extranjeros, sino porque son pobres”.

            Ha sido una decisión controvertida, en suma verídica, porque nos guste o no existe un rechazo real a aquella persona que vive sumida en la pobreza y es todavía más severo si se trata de indigentes; en suma se mezclan muchos prejuicios con la misma condición humana.

            A mí en lo personal me parece una palabra deleznable que no debería siquiera de mencionarse, la animadversión  a otro ser humano nada más por su situación socioeconómica es una de las peores discriminaciones, tan dolorosa, como acontece con el color de la piel.

            En esa animosidad orbita el mundo desequilibrado, desigual y orate por odiar al prójimo cuando deberían replantearse los mecanismos de acceso a la educación, a la vivienda, a la salud pública y también a los subsidios. Hacer que verdaderamente lleguen a quien más lo necesita.

            De acuerdo con la ONU, somos cerca de 7.5 mil millones de seres humanos los que poblamos este planeta,  de este conjunto, aproximadamente 4.5 mil millones padecen en sus carnes alguna forma de pobreza; la más acuciosa, la pobreza extrema (sobrevivir con apenas un dólar diario o inclusive menos) golpea a 800 millones de personas.

            Doloroso y cruel pero es un tan sólo el reflejo de la mala distribución de los recursos, de la insuficiencia de las políticas públicas y los acuerdos globales para reducir las brechas no nada más de ingreso, insisto también de acceso a educación, vivienda y salud.

            No podemos dejar que la mano invisible del libre mercado intente ser un corrector socioeconómico  per se porque seguirá desechando y restando oportunidades a quienes menos capacidades  (y preparación) posea.

            Y aquí lo que se necesita son los brazos correctivos de las políticas públicas, el rol del Estado en su aquiescencia benefactora, para crear los mejores canales de acceso incluyentes y maniobrar a través de la política fiscal, salarial y de empleo a fin evitar brechas sociales y económicas profundas entre la población.

            Todos tenemos un ciclo por naturaleza: nacemos y morimos, ninguno de nosotros elegimos dónde nacer, ni el país, ni la familia ni mucho menos su condición económica de riqueza o pobreza. Todos nacemos diferentes con nuestra propia carga genética, las huellas de ADN que nos precondicionan aunque también vamos desarrollando nuestras habilidades con base al medioambiente en el que nos desenvolvemos. Una persona puede nacer en pobreza pero no precisamente terminar su vida en la miseria, de hecho hay numerosos casos de personas con condicionantes adversos que llegan a ser millonarios y viceversa… hay millonarios o gente que recibió herencias que terminaron su vida en la calle después de despilfarrarlo todo.

            No tiene por qué ser una condición sine qua non son muchos los factores conjugados hay gente que nace con talento y gente que no, solo es cuestión de acercarles, darles las herramientas precisas a fin de que desarrollen sus habilidades y sean casos de éxito.

A COLACIÓN

            El 17 de octubre de cada año se instituyó “El día de la erradicación de la pobreza”, la ONU afirma que después de 30 años de  crear programas para aminorarla y combatirla se tienen algunos logros considerables: en 1999 había un mil 700 millones de personas en extrema pobreza (28%) de la población mundial… en la actualidad se bajó esa cifra a 800 millones de personas (11%) de la población global.

            Es verdad que en las últimas décadas se ha dado un viraje importante en el esquema de subsidios y ayudas a la pobreza, una etapa se experimentó con subsidios a la oferta (indirectos)  otra con subsidios a la demanda (directos) pero lo que verdaderamente ha probado su eficacia son las transferencias monetarias condicionadas máxime si éstas empoderan a las mujeres.

            Recordemos que el rostro más cruel de la pobreza tiene cara de niña y de mujer, no lo olvidemos, son víctimas de la exclusión, de la desigualdad de género de la explotación sexual; en algunos países todavía estudiar les cuesta la vida como le pasó a la joven Malala, viva por un  milagro.

            ¿Odiar al prójimo por ser pobre? Es tan tonto como  el cliché de que lo que para el pobre es naco para el rico es pijo, mejor deberíamos procurar ayudarlos a salir de la calle; dejar de hacer como que no los vemos… no los oímos.

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales 

@claudialunapale