“Casco, multa y a pedalear: Ley de Micromovilidad”
Por HHR
*Reportero de ‘Investigaciones Especiales’, Milenio Diario’*
CDMX, 07 agosto 2025.- Por fin llegó. Después de días en la congeladora, de vacaciones parlamentarias y ausencias prolongadas de quienes “hacen leyes”, por fin la jefa de Gobierno tendrá su Ley de Micromovilidad.
La nueva reglamentación promete orden, seguridad y sostenibilidad. Pero detrás del tecnicismo legal, lo que muchos leen es: “Te vamos a multar por moverte como pobre, pero con estilo”. Porque sí, el objetivo es loable: reducir accidentes, ordenar el tránsito, y evitar que la ciudad parezca un videojuego donde esquivamos patinetas como si fueran proyectiles. Sin embargo, la ejecución parece más una declaración de guerra al peatón con prisa y al joven ecológico de presupuesto ajustado.
Para empezar, el casco obligatorio. Nada en contra de la seguridad, claro, pero aplicarlo con mano dura en scooters de 25 km/h mientras las motos siguen cruzando semáforos en rojo como si fueran fantasmas, es… selectivo, digamos. Y ni hablar del registro obligatorio. Porque no hay nada que diga “libertad sobre ruedas” como un trámite burocrático y una tasa municipal, ¿verdad?
Luego está el tema de dónde se puede o no circular. Según la ley, no por las aceras, no por las avenidas, no por la vida. ¿Y las ciclovías? Bien, gracias. La mayoría están rotas, mal diseñadas o directamente inexistentes. Si la micromovilidad fuera un videojuego, esta sería la versión en modo “experto sin mapa”.
Pero el golpe maestro es la multa. Ah, la gloriosa multa. Nada más motivador que castigar a quien intenta no usar el auto, no contaminar y no contribuir al apocalipsis climático. Es como multar a quien recicla mal, mientras las industrias arrojan petróleo en los ríos. Todo muy equitativo, pero recaudatorio.
Esta ley, en su entusiasmo por regular, olvida que la micromovilidad surgió porque el transporte público no da abasto, el auto es impagable, y caminar bajo el sol en pleno verano es deporte extremo. No se trata de juguetes para millennials, sino de soluciones reales para una movilidad urbana más sana, económica y lógica.
Lo que necesitamos no es una ley que actúe como policía del manubrio, sino una política que fomente esta movilidad con infraestructura digna, incentivos reales y sentido común. Mientras tanto, si usted va en scooter, recuerde: casco, placa, licencia, seguro y… paciencia. Mucha paciencia.
Porque en esta ciudad, el que pedalea, pierde. Pero el que regula sin pensar, hace que todos perdamos.