“Crimen y justicia con reflectores: el show tras el asesinato Ximena y Pepe”
Por HHR
CDMX.- La Fiscalía de la Ciudad de México, la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana federal ofrecieron un espectáculo cuidadosamente montado. En un despliegue mediático, anunciaron la detención de 13 personas presuntamente involucradas en el asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, colaboradores cercanos de la jefa de Gobierno, Clara Brugada. Lo que debió ser un acto de transparencia y compromiso con la justicia, se convirtió en un guion de propaganda política.
El crimen fue brutal, sí. Pero lo que vino después de tres meses no fue justicia, fue escenografía. Morena y el Partido Verde se apresuraron a aplaudir a las instituciones como si estuviéramos ante una hazaña extraordinaria. Jesús Sesma Suárez, coordinador del PVEM en el Congreso capitalino, incluso se atrevió a decir que estos hechos “mandan un mensaje de cero impunidad” y garantizan “una vida libre de violencia”. ¿En qué ciudad vive el diputado, o sigue de viaje en Europa?
No se trata de cuestionar que haya avances. Se trata de no caer en el anzuelo. ¿Qué pasa con todos los otros crímenes que no tienen este nivel de atención? ¿Cuántas investigaciones siguen empolvadas en escritorios o perdidas en los laberintos de una Fiscalía colapsada por la burocracia, la negligencia y, en muchos casos, la corrupción?
Detener a 13 personas y no al principal asesino, no es sinónimo de justicia. ¿Cuántas veces hemos visto operativos espectaculares para luego descubrir que los detenidos fueron liberados por falta de pruebas, violaciones al debido proceso o porque ni siquiera estaban vinculados al crimen? Mientras no haya sentencias firmes y responsables plenamente identificados, todo esto sigue siendo humo.
El doble asesinato de Ximena y Pepe es una tragedia política, sin duda. Pero lo que indigna aún más es que sus muertes sirvan como oportunidad para que partidos y funcionarios saquen raja política en lugar de iniciar una discusión seria sobre la crisis de seguridad en la capital.
Hablan de “instituciones fuertes”, pero los hechos los contradicen. Ximena Guzmán era secretaria particular de la jefa de Gobierno. José Muñoz, su coordinador de asesores. No eran ciudadanos comunes. Si asesinaron a dos figuras clave del gobierno de la ciudad en un ataque directo y planeado, ¿qué puede esperar el resto de los capitalinos? ¿Qué garantía tiene una mujer que denuncia violencia doméstica o un joven extorsionado en Iztapalapa de que su caso llegará siquiera a una carpeta bien integrada?
La realidad es incómoda. La ciudad no está bien. La violencia no disminuye. La impunidad es la regla, no la excepción. Y lo más grave: se ha vuelto costumbre maquillar el fracaso con conferencias de prensa triunfalistas y comunicados huecos.
No necesitamos anuncios espectaculares. Necesitamos justicia real. Necesitamos vivir sin miedo. Necesitamos instituciones que funcionen cuando las cámaras no están encendidas. Porque mientras sigan gobernando para las fotos, seguiremos enterrando a nuestros muertos.