¡La Polilla!

Por Stephen Crane

CDMX, 25 agosto 2025.- Cada vez es más lapidaria aquella frase, preñada de ácida sorna, ironía, que define a México, después de la instauración del abyecto presidencialismo, en 1929: si no existiera, nuestra nación la inventaba Walt Disney.

Sobre todo con el huevo de la serpiente: la fantasmagórica Cuarta Transformación. Que, paulatinamente, lleva al país a un oscuro abismo económico, social y político: Trinidad maldita.

Reducirlo, irremisiblemente, a su mínima expresión: caricatura.

El periodismo es –o debiera ser- un bien social. Que se pervierte cuando está al servicio de los poderes políticos o empresariales. En la acendrada y acerada polarización en México, desde el 1 de diciembre de 2018, cuando llegó Morena a la silla del águila, ha eclipsado la libertad de expresión, desde los “otros datos”.

Sus críticos son colocados en el paredón de fusilamiento del Salón Tesorería de Palacio Nacional. Su villano favorito tiene nombre y apellido: Carlos Loret de Mola. Seguido por Ciro Gómez Leyva, Raimundo Riva Palacio, Anabel Hernández, Sergio Sarmiento, Pablo Hiriart…

Ahora, los héroes son los medios que están a favor del pueblo con el eufemismo de la llamada 4T -porque encarnan la verdad absoluta- y sus detractores, villanos, apátridas -presuntamente, mienten más que Pinocho-. O están al servicio de intereses extranjeros

No hay término medio. Es blanco o negro.

Bebemos la cicuta de la intolerancia. Que representa echar reversa a la incipiente democracia nacional que caracterizaba a este país. Reconstruir sus instituciones, luego que pase el tsunami de Morena, costará décadas: mínimo tres.

El ejercicio del oficio reporteril está siendo sepultado paulatinamente por el autoritarismo oficial que embozado en amorosa tiranía. Característica de los populismos de izquierda y derecha. Las lápidas censoras del Estado mexicano comienzan a caer, sobre la opinión pública, desde las oscuras habitaciones de Palacio Nacional.

Así ocurre hace siete años.

El aciago oficio de comunicar la realidad nacional ha dejado de convertirse en el cordón umbilical entre la información y la sociedad. Hay medidas coercitivas reales y subliminales que inclinan la balanza en favor del discurso oficial acorazado de propaganda. Y que se replican en los medios institucionales de comunicación y en voluntades compradas en la prensa tradicional y diarios digitales.

Amén de poderosos ejércitos de bots, cuyos servicios pagamos con nuestros impuestos.

En cualquier democracia, incluso la más bananera, el poder está para ser revisado, criticado, analizado. Colocado bajo el microscopio del escrutinio social.

Ahora, como nunca había ocurrido, el periodismo independiente, crítico del poder, también es satanizado con cuatro lapidarias palabras: traidor a la patria.

Si bien la prensa en México ha sido controlada históricamente desde el poder, nunca como ahora. Porque los representantes del partido oficialista tienen la piel muy delgada. Olvidan un letal refrán: con la vara que midieron son medidos. Son refractarios a la crítica que ellos ejercieron desde la oposición. Y le rinde generosos frutos la auto victimización: porque el pueblo manda.

No hay peor villano que quien se hace la víctima: los malos son siempre los adversarios políticos; periodistas e intelectuales críticos. Aquellos nunca aceptan sus yerros.

El periodismo nacional se encamina hacia la cubanización de los medios. Donde la única verdad es la del presidente en turno:

Contra la 4T, todo: contra la 4T, nada.

Hora, Beatriz Gutiérrez Müller, 56 años de edad -casi en el dintel de la juvenil ancianidad-, esposa del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, lanzó una descocada amenaza a la prensa mexicana, en consonancia con lo que hizo su marido, en el poder.

Algo que nunca hizo mientras fungía de “no primera dama”, como ella se auto definía.

Amenazó con echar al seno de sus detractores la venenosa serpiente de la censura. Algo que nunca había ocurrido en casi un siglo. Lo hizo en el cuerpo de una enfurecida, virulenta, carta aclaratoria –indigna para quien ostenta un doctorado- a su polémica solicitud de nacionalidad española y supuesta residencia en la Madre Patria.

Iría, allá, acompañada de su hijo Jesús Ernesto, apodado El Chocoflan, de 18 años, quien estudiaría derecho en la Universidad Complutense de Madrid. Iban a vivir en la exclusiva zona de La Moraleja, según difundió el diario español ABC, citando “fuentes diplomáticas”. Así se maneja la prensa para guardar la secrecía de los informantes.

Mas ella, cortándose las venas con hojas de lechuga, desmintió la versión en dicha misiva.

Encendida controversia, porque fue la artífice de la aciaga historia de tensiones entre México y España, el sexenio pasado, derivadas de la enconada exigencia de disculpas a la Corona española por la Conquista de hace 500 años.

Al contestar un tuit donde Epigmenio Ibarra, feroz, ponzoñoso, propagandista de la 4T -a quien al inicio de su gobierno el presidente López Obrador dio un crédito de 150 millones de pesos, que hasta la fecha no paga-, se preguntaba en qué momento un buen número de periodistas mexicanos comenzarían a disculparse por replicar la versión del diario español.

 Ella escribió con un tono de lacónica, aunque feroz amenaza:

“…pues yo creo que hay que esperar sentados porque así como avientan la piedra, esconden la mano… Una buena: entrará en funciones -en septiembre próximo- el nuevo Poder Judicial y está la opción real de denunciarlos y que se haga justicia”.

¿Para eso querían el control del llamado ‘Poder Judicial del Acordeón’ -incondicional del gobierno-, plagado de irregularidades, donde obtuvo menos de 10 millones de famélicos votos?.

La respuesta es:

Sí.

Fue el último clavo en el ataúd de la democracia. Hay riesgo de que asistamos a su próxima sepultura.

La maléfica Malinche -Beatriz Guiérrez- echó más leña verde al fuego en el país –que no está en guerra-, considerado el más inseguro para la libertad de expresión en el mundo. Durante el gobierno de su esposo –que ella llamó “loco hermoso”-, según datos extraoficiales, hubo alrededor de 80 periodistas asesinados.

Como nunca antes había ocurrido, ahora los críticos del poder están obligados a brindar disculpas “por sus mentiras”. Porque así lo exige el discurso oficial y los medios de comunicación afines.

Según la inteligencia artificial que carece de sentimientos y prejuicio alguno, así describe la polémica petición de la mujer de López, de naturalización española:

“Beatriz Gutiérrez Müller…, inició el trámite para obtener la nacionalidad española en abril de 2025. La solicitud se realizó en la Embajada de España en México, amparándose en la Ley de Memoria Democrática, también conocida como ‘Ley de Nietos’, que permite a descendientes de españoles optar por la ciudadanía”

En su carta, descalificó críticas y ataques al ex presidente López Obrador y aseguró que defenderá “con su vida”, si es necesario, a su familia.

Sin embargo, en la publicación en X, Gutiérrez Müller nada menciona sobre su solicitud para obtener la ciudadanía española o los planes de estudio del hijo que tiene con el político de Macuspana, Tabasco

Unas horas después de la misiva de la señora Gutiérrez, como resorte, la presidente Claudia Sheinbaum Pardo, desde la mañanera, saltó al ruedo de la rabiosa descalificación, en defensa de Beatriz:

“Ayer sale, en el periódico español de derecha, el ABC, que Beatriz Gutiérrez Müller se fue a vivir a España, y vean hoy a todos los comentócratas criticando. Ya respondió, ya me comentó ahorita, hace rato. Yo ya sabía que vivía en México. Ella vive en México. Ya lo respondió. ¡Ah, pero la mentira!”.

También la controversial, delirante, alucinante, dramaturga Sabina Berman –incondicional de la 4T-, puso la espada de Damocles sobre la cabeza de quienes realizan el aciago oficio de informar:

“Poner límites a la libertad de expresión”, contra versiones falsas.

Pues, según ella, ya no “podemos” discernir la verdad de la mentira.

El plural huele a que somos muchos.

No es primera vez que se pronunció a favor de un control de los contenidos en los medios.  Hace varias semanas, en uno de sus programas transmitido por un canal oficial, alabó el control estatal que de la economía y los medios tiene el Partido Comunista Chino.

En entrevista con Azucena Uresti, habló de su artículo publicado en diario El Universal en el que narra su supuesto encuentro -que suena a teatro, farsa vil- con Gutiérrez Müller el domingo en el aeropuerto de Minatitlán, Veracruz, y sus dichos en el sentido de que no piensa irse a vivir a España.

Y añadió:

“… algo tenemos que hacer y creo que es tiempo de debatir qué debemos hacer, en conjunto, la sociedad, para discernir entre los sueños (sic) de los periodistas y la realidad”.

 La llamada 4T es la encarnación del bien endemoniado.

Incluida La Malinche.