“Verde que te quiero Mesa…”
Por HHR
CDMX, 26 agosto 2025.- En la tragicomedia legislativa que se escenifica cada año en el Congreso de la Ciudad de México, esta temporada nos trae un episodio digno de las mejores novelas de enredos: el relevo en la Mesa Directiva. Y como no podía ser de otra forma, el telón se levanta con un protagonista conocido por su camaleónica habilidad para estar donde hay reflector y presupuesto: Jesús Sesma, del Partido Verde Ecologista de México.
Sí, ese mismo partido que cambia de color según la ocasión (aunque siempre termina siendo verde billete). Y ese mismo Sesma, que lleva años moviéndose entre la política como pez en el agua… en una pecera dorada, claro está.
Se dice en los pasillos de Donceles y Allende que Sesma quiere, que levanta la mano, que sonríe con dientes de tiburón y que ya se ve presidiendo la Mesa Directiva, como si fuera una misión patriótica y no una jugada estratégica para posicionarse en la próxima repartición de pastel político. Pero, ¡ah!, los dados aún no caen en su número. No es seguro que se quede con la silla, y eso tiene al “ecologista” más nervioso que venado en cacería, que hasta ya amagó con romper la alianza con los guindas.
Porque en el fondo, todos sabemos que esto no se trata de representar dignamente al Congreso de la capital ni de garantizar la imparcialidad parlamentaria. No, señor. Aquí lo que está en juego es el poder simbólico, la foto oficial, el micrófono privilegiado y, por supuesto, el presupuesto que viene con el encargo.
Y mientras tanto, los capitalinos —esos ciudadanos a los que supuestamente representan— seguimos viendo cómo la política local se convierte en un teatro de marionetas donde el Verde hace piruetas, el Rojo aplaude desde las sombras, y el Guinda reparte el guión.
La pregunta del millón es: ¿será Jesús Sesma el elegido o lo dejarán vestido de ecológico y sin curul presidencial? ¿Lo premiarán por sus servicios prestados al guión de conveniencia o le aplicarán la ley del hielo institucional?
Pase lo que pase, no nos engañemos. El Congreso de la CDMX seguirá siendo ese club selecto donde el “servicio público” muchas veces es un disfraz mal puesto. Y en esa función, el cambio de Mesa Directiva no es más que eso: un cambio de actores para seguir representando la misma obra.
Solo que a veces, como en este caso, los aspirantes a protagonistas resultan más cómicos que convincentes. Pero bueno… mientras no se olviden de reciclar sus promesas, quizá todavía puedan llamarse “ecologistas”.