¡Los Ojos de la Capital!

“Justicia Exprés: Reforma dominguera”

Por HHR

CDMX, 31 agosto 2025.- Apenas unas horas antes de que los nuevos integrantes del Poder Judicial de la Ciudad de México tomen protesta, el Congreso local decidió, en una apresurada sesión de adulaciones y justificaciones de último minuto, aprobar la reforma a la Ley Orgánica del Poder Judicial. El madruguete legislativo, disfrazado de “progreso institucional”, huele más a consigna que a convicción democrática.

Con una velocidad que no suelen tener ni para discutir presupuestos ni para resolver crisis, los diputados —principalmente de la mayoría oficialista— levantaron la mano sin pudor, en fila y en automático, como si firmaran una tarjeta de lealtad. A nombre de las comisiones dictaminadoras, el morenista Alberto Martínez Urincho se deshizo en elogios, asegurando que ahora sí el Poder Judicial será justo, confiable, y claro, “alineado” con la reforma constitucional. No lo dijo con esas palabras, pero el mensaje es claro: alineado… al poder político.

Se consolidan, dicen, instancias “autónomas” como el Tribunal de Disciplina Judicial y el Órgano de Administración Judicial. ¿Autónomas? Si hasta en la propia ley se especifica que una de las personas encargadas será designada directamente por la jefa de Gobierno. ¿Quién necesita separación de poderes cuando puedes tener subordinación bien maquillada?

El panista, Mario Enrique Sánchez lo dijo sin rodeos: “No fortalece al Poder Judicial, lo somete”. Pero sus palabras cayeron como piedra en río revuelto, ahogadas en el aplauso complaciente de los aliados legislativos. La diputada del PT, Jannete Guerrero, se atrevió a decir que esto combate el tráfico de influencias. Pero, ¿acaso no es tráfico de influencias institucionalizar la entrada del Ejecutivo en la administración del poder que debería juzgarlo?

Peor aún fue escuchar a quienes aprovecharon la tribuna para ajustar cuentas personales. El diputado Israel Moreno del Verde, relató una anécdota donde, dijo, un juez le sonrió de forma “sarcástica y burlona” antes de ser destituido como alcalde fallido en Venustiano Carranza cuando no pagó los laudos pendientes de su pariente el “Nenuco”, Julio César Moreno. ¿Ese es el estándar para reformar todo un Poder Judicial? ¿Revancha legislativa como política pública?

Y mientras unos vendían esta reforma como un acto de justicia feminista, modernización y transparencia, otros —con voz más tímida— reconocían que aún no hay reglamentos, que faltan ajustes, que hay “áreas de oportunidad”. ¿Entonces para qué la prisa?

La verdad incómoda es que esta reforma no busca una justicia independiente, sino una justicia obediente. Se extinguió el Consejo de la Judicatura —símbolo de autonomía judicial— para dar paso a órganos cuya independencia está comprometida desde su diseño. Una estructura nueva, pero con el mismo vicio de origen: la subordinación política.

Hoy el Congreso capitalino no legisló para el pueblo, legisló para el poder. Y lo hizo con una sonrisa tan sarcástica como la del juez que tanto incomodó a Moreno.

Porque aquí, en esta ciudad de instituciones sometidas, la justicia se escribe con minúsculas.